Historias que no llevan a ningún lado: Metiche

Metiche

Estoy avisado que voy a embarcarme en una empresa especial, delicada, pero no me importa, soy valiente. O más que eso, no tengo opción. Tengo que pagar las expensas, no tengo alternativa.

 

Lo bueno (o eso está por verse) es que es en el edificio donde vivo. Y que atienden hasta tarde. De modo que puedo aprovechar la salida al super para pasar por el primero, pagar, y listo.

 

Todo va bien hasta el ascensor (serán unos cinco pasos). De los dos ascensores, anda sólo uno. Que carga sólo tres personas. Tres. En un edificio de dieciocho pisos, a un promedio de seis deptos. por piso. Tres personas carga el ascensor.

 

En fin, ya fue, un poco de ejercicio no viene mal. Salvo que justo salgas a pasear por la escalera en el momento en el cual el encargado está sacando la basura, y dejó todas las bolsas de consorcio repletas de basura, a un promedio de seis deptos. por piso, a la vera de la escalera, en la puerta del ascensor. Fenómeno.

 

Llego al primero, me acerco al B. desde afuera se oyen voces. Todo el timbre, uno de esos modernos que tienen un gran aparato, y hacen "pirín, pirúnnnn… pirín". Nada. Nada, salvo que escucho las voces. La cara de orto que venía aguantando aflora. Con un rápido movimiento la convierto en cara de póker, es lo mejor que puedo hacer. Finalmente, una voz de pito: "Sí… ¿quién es?" "Vengo a pagar las expensas." con el tono de quien ha sido molestado ya cien veces en la última media hora, y contiene las ganas de matar  o morir, dice la voz de pito: "Pse, pase..."

 

La concha de tu madre. Vengo a pagar. Pagar, ¿entendés? Pagar, no cobrar: no me pongas voz ni cara de fastidio, la reputa madre que te remil parió, vengo a dejarte mi dinero, y no es poco, y no querría, pero en fin, no me pongas esa voz, ¿estamos? Entro.

 

Estoy en un recibidor, un vestíbulo, un cubículo de unos tres por dos, con una luz mortecina. La ambientación toda, salvo por el portero que mencioné, y un aparato que echa una luz violeta para ver si los billetes son de los buenos, es de una película de Olmedo y Porcel. Podría intentarlo describir la decoración o los objetos, incluso las personas; pero el aire a Olmedo y Porcel que se respira ahí no se puede explicar.

 

Del lado de allá, una ¿chica? ¿señora? ¿mujer? Con un peinado y anteojos directamente sacados de Clave de Sol, en un escritorio pequeño, lleno de carpetas y papeles, sin computadora. De acá, yo; y a mi derecha, un señor en bermudas sentado frente al mentado escritorio.  Siguen su conversación como si nada hubiera pasado, como si yo no estuviera, como si no hubiera cambiado nada. Yo los miro, con cara de póker. "Ahora te cuento, atendé, no hay problema".

 

Claro que no hay problema, imbécil, si el que está parado, malhumorado y apurado por salir disparado de ahí soy yo, ¿qué mierda de problema podrías tener vos, que estás sentado, hablando con un peinado ochentoso de anteojos horrendos que tiene voz de pito, en un ambiente ambientado a lo Olmedo y Porcel? Pero gracias igual por la consideración, sabés?=

 

"Sí, de qué departamento?"

"Nueve dé"

Toma una carpeta. La que tiene papel araña celeste.

Revuelve papeles, pasa hojas, finalmente parece encontrarlo.

 

"Ah, ¿qué pasó? Porque había una nen---chica ahí… Ajajajaja, una nena...jajajaja… una _chica_..."

 

 

 

 

 

"J(a)...sé…"

Cara de póker.

 

Todavía no nota nada, y sigue.

 

"Siempre venía la madre a pagar, jajajaja..."

Yo pienso que ahora entiendo por qué dijo nena, y pienso que habría sido un comentario muy interesante viniendo de alguien inteligente, pero no es el caso de nada de eso, claramente.

 

 

 

Cara de póker.

 

 

 

Levanta la vista, ante el silencio. Me mira. La miro. Cara de póker.

 

 

"¿qué pasó, se mudó?"

 

 

 

La miro.

 

 

 

 

"Sí."

 

 

 

 

"y usted… ¿es el inquilino?"

 

 

 

 

Me pasan por la cabeza mil pelis de Tarantino, y seiscientas tapas de la revista Esto!

Cara de póker.

 

 

 

 

 

"Sí."

 

 

 

 

 

Pareciera que finalmente entiende, baja la vista, y vuelve a ocuparse de la carpeta, el recibo, el etc. Dice que son dos sesenta y ocho. Le doy los trescientos que tenía en la mano hacía cuarenta minutos, desde que entré.

 

Suena el portero. La escena que viví desde afuera, es recreada, pero ahora desde adentro. Es una señora. Que finalmente entra. Que le preguntan, desde Clave de Sol, si lo encontró. Que dice que no. Que le dicen que no puede ser. Que dice que habrá quedado ahí. Que le dicen que no puede ser, que ahí no puede haber quedado. Que dice que ella justo le mostró el papel, que por eso. Que le dicen que no puede ser. Que dice que siga con lo suyo, que ella puede esperar.

 

Gracias señora, yo y todos tenemos que estar agradecido, porque no sé cuánto más iba a aguantar.

 

La … del peinado saca una calculadora. Tipea: 3 0 0 - 2 6 8 = 8

Mira con atención. Hace veinte minutos que estoy por gritar: "Son treinta dos, esbozo de sorete mal cagado, que trabajás en una administración y tenés problemas con restas de dos dígitos!"

 

Abre el cajón del escritorio, mira los billetes, guarda los unos, empieza a sacar los otros, y en menos de dos horas tiene treinta y dos pesos en la mano. Me los extiende. Los tomo. Los meto en la billetera. Espero. Cierra la carpeta, mueve algo, mira, no sé; finalmente levanta la vista. Me ve, mirando, esperando. Toma el recibo, y lo extiende. Lo tomo.

 

"Gracias. Hasta luego."

 

Para cuando dice que gracias, la puerta ya está casi cerrada, y yo en la escalera, prácticamente.

 

Me voy al super pensando que hay muchas cosas que puedo tratar de bancarme, pero la gente chusma, metiche, desubicada, con nada de sentido de la ubicación, con cero capacidad para darse cuenta de las señales más que claras que otros les están mandando, que esa gente, digo, debería morir a golpe de látigo, mirando el programa de Lucho Avilés.

 

 

2 comentarios:

¡Mondoke! dijo...

Buenísimo como siempre, quisiera acotar dos cosas:
1) Me fascinó la frase "Me pasan por la cabeza mil pelis de Tarantino, y seiscientas tapas de la revista Esto!". Probablemente te la robe.

2)La verdad que con todo lo que esperaste ya te hacían pagar las expensas del otro mes...

Subjuntivo dijo...

1. Me sentiría halagado.

2. Las habría pagado con gusto, con tal de no tener que volver el mes que viene...