Historias que no llevan a ningún lado: Con la pastafrola bajo el brazo

Con la pastafrola bajo el brazo

Estábamos juntos hacía un mes, o un poco más.

Yo a la distancia puedo ver muchas cosas, puedo ver distinto de lo que pude ver; pero en ese momento, estábamos juntos, aparentemente justo en la mitad de lo que iba a ser la relación, y estábamos bien, y ella era muy buena, y me gustaba mucho, y esas cosas.

Era muy buena y me gustaba mucho, y estábamos bien, y bueno, así como soy yo, así como era ella, a esos escasos sesenta días, o algo parecido, de lo que otrora llamamos noviazgo, y hoy no sé qué sería, ella me ofreció (¿pidió?) que fuer a su casa, a conocer a su familia. O algo así. En cualquier caso, a mí no me pareció ni mal, ni extraño, ni nada; y si tenemos en cuenta el contexto (algo que ustedes desconocen pero yo no), el asunto tiene bastante sentido.

Ella me había hablado de la familia, obvio, y habíamos hablado de varias cosas; y yo que, no puedo evitarlo, siento interés por conocer de la vida de la gente, por poder tener más detalles, por poder averiguar, para analizar, pensar, entender, yo, decía, escuchaba y me interesaba sinceramente.

Yo era (soy) unos seis años menor, y sé que ella tenía un cierto grado de —llamémosle— admiración, y a la vez que, lo admito, a mí me gustaba, a ella también. Y me contó de varias cosas, y etcs, y un día me invitó a su casa. Y yo con gusto dije que sí, que no había problema.

Ella vivía en un barrio humilde (reconocido como tal) del conurbano al cual yo, lo admito, siempre había tenido miedo de entrar. En fin, ya, ella vivía ahí, punto. Nada fue tan terrible, si es importante saberlo…Su casa era humilde. Com el barrio, como ella, como yo. Nada es casual.

Antes de llegar a la casa, recién bajados del colectivo, pasamos frente a una panadería de barrio. Que paráramos, que compráramos algo, una pastrafola, algo para la merienda. Claro, qué tonto, yo el mismo anfitrión horrendo de siempre. Paramos, compramos, seguimos.

De ahí a la casa, nada, caminar. En la casa, nada, tampoco; nada que sea realmente necesario describir. Que si bien haría a pintar el panorama…¿a quién debería importarle? En cuanto llegamos nos cruzamos con el hermano mayor, que salía, bicicleta en mano (o al revés) rumbo al ensayo de banda punk. Banda que yo había visto y que, oh sorpresa, había terminado en borrachos a las piñas, y yo pensando en meterme a separarlos.

Por lo demás, como digo, nada de verdadera relevancia. Una casa hecha y derecha, humilde, con una torta, una "novia" exultante, un "novio" tímido, una madre que quien sabe, dentro del rango de lo bueno, cualquier cosa era posible, y un hermano que, pronto descubriríamos, estaba para otras cosas.

El más grande se había ido, y el del medio (ella era la más chica, los más astutos lo habrán adivinado ya), junto con su novia, y la madre, y ella, y yo, comía una porción de pastafrola, y hablaba un poco, intentando ser cordial con el invitado; y así las cosas, y era medio incómodo, pero dado todo lo incómodo que podría haber sido, pues estaba bastante bien.

Nada más que en un momento se produce un algo, no sabría realmente explicarlo, pero una situación, de esas que uno normalmente llamaría "una de esas situaciones" se produce, y esto y aquello, y entonces ella que mejor vayamos para la pieza, y yo que bueno, que es tu casa, como quieras, y que capaz mejor nos vamos, y que no, y que la puerta del baño, y que la madre, y la novia (pucha, debí haber mencionado que estaba la novia del hermano del medio) y que el hermano, y que idas y venidas y llantos y gritos y cosas que no se entienden y

De repente ella decide ir a ver qué pasa, averiguar el detalle, el trasfondo. Yo quedo en la habitación, sentado en la cama, mirando alrededor, tratando (hago esto, sí) de obtener y recordar mil detalles que después nunca logro recordar; y pienso que ella va a averiguar, o algo así, y va a volver, y me va a contar, y después tal vez nos vayamos, y que se arreglen ellos, y entonces, de pronto, aparece el hermano del medio.

Se sienta en una silla que queda enfrentada a la cama en la que yo estoy sentado, y se queda callado un segundo que, como en las películas, tiene todo el poder y la carga de ese segundo, y se queda callado, pero después habla, y me mira como si yo fuera el padre, o el hermano, o un amigo de toda la vida, o un perfecto extraño, y dice

"Voy a ser papá". Y yo no sé qué dirá el protocolo, aunque seguro algo dice, pero yo lo que sé es que para ese buen parroquiano de veintipocos, que si tenía un trabajo era tremendo, que no había terminado la secundaria, que todo eso, no era una buena idea. Por lo demás, no sé nada.

Y así como empezó, siguió, y me contó detalles, y cosas, y me habló, me teorizó, me preguntó, se respondió, y todos los etcéteras, y pasó por mil estados, todo en el lapso de unos pocos minutos, y de repente pareció ser mi hijo, o mi viejo, o mi hermano, o mi amigo de toda la vida, y pasó por mil cosas, y me miró, y lo miré, y yo que soy un desastre total para hacer sentir mejor a la gente no supe qué hacer, o tal vez supe, y le dije algo, que no sé ni qué fue ni cómo lo hizo sentir ni nada, y después vino la hermana, y entonces en seguida nos fuimos, y habremos hablado, y esto y aquello, pero no lo recuerdo.

Y después de un tiempo, que estimo en otro mes, cortamos, y no nos vimos más, y tmapoco lo vi más a E., el hermano del medio, pero veo las fotos de si hijo en Facebook a veces cuando la hermana las sube.

4 comentarios:

Juan Solo dijo...

Creo que esta historia es la que más me gustó hasta acá. Y entonces comento, qué tanto.
Supongo que no lleva a ningún lado, pero me hizo vivir todo lo que narrás; hizo que me metiera dentro de tu cabeza, que fuera vos y que, en vez de leer, recordara. Les pusiste letras a los hilos del pensamiento. Genial.

Medias para Ojotas dijo...

Me sentí la chica. Con al misma familia, la misma casa, el mismo desorden, los mismos problemas. Me quedó un dejo de angustia. Acá.

Adolfo Luis dijo...

Esta historia suena real por eso me identifica a mi tambien te acompaño en sentimientos señorita V :-)

Subjuntivo dijo...

Lo tomo como un halagom así que les agradezco a ambos... (A vos no, Juan...)